Cuando Sue y Adrian Salt encontraron un apartamento en el Puerto de Mahón, en realidad las vistas lo vendieron solo. El interior sin embargo era otro tema. Sigue leyendo para descubrir esta fascinante transformación de un apartamento en el puerto de Mahón.
Mientras miramos a los yates amarrados en el muelle con la Isla del Rey de fondo en la distancia, las vistas del apartamento del Moll de Llevant se llenan de color, movimiento y mar. Pero cuando la pareja lo compró, los 73 m2 estaban distribuidos de manera poco práctica y apiñada, con un dormitorio doble y dos individuales, una cocina separada con espacio para poco más de una persona, y asientos de obra en tres lados de la zona de estar.
Bajo el desorden que cubría cada rincón, se encontraban elementos decorativos terriblemente desfasados: baldosas de cerámica, un baño color aguacate, una chimenea de hormigón enorme que tapaba parcialmente la vista y un pasaplatos en la cocina eran solo algunos de los elementos que necesitaban una buena reformulación.
Por suerte, Adrian era constructor y Sue diseñadora de interiores, por tanto, eran la pareja ideal para ver el potencial y hacer que su idea de un hogar más luminoso, fresco, con muchos materiales naturales y respetuosos y una distribución mucho más agradable y acogedora, pudiese tomar forma.
En primer lugar, redistribuyeron el interior y transformaron una habitación individual en una cocina moderna y minimalista abierta a la zona de estar; así, ampliaron la otra habitación para obtener dos habitaciones dobles, cada una con su baño privado. Todavía se puede acoger a cuatro personas, señalan, pero en un formato mucho más adaptado a la hora de tener invitados.
En la sala de estar, se eliminaron los asientos de obra al igual que la chimenea, y las puertas de cristal de 2,5 metros que daban al balcón se sustituyeron por puertas de 5 metros de ancho que llenan el interior de luz y aprovechan las vistas al máximo.
Tanto la electricidad como la fontanería se renovaron por completo y los suelos, las paredes y los techos, se sometieron a una “operación de rejuvenecimiento”.
Ahora, las paredes finas y blancas combinan con baldosas cálidas de efecto madera, y los baños y la cocina se ven modernos y elegantes.
Se han colocado grandes espejos en las paredes para reflejar la luz e incrementar la sensación de espacio, mientras que la madera, mimbre y otros materiales orgánicos imprimen un toque natural. El contraste a esta paleta de tonos blancos y beige de efecto calmante lo da un sofá de color turquesa pálido como toque perfecto de color que parece fundir el interior con la vista exterior.
Al tener fijada su residencia en UK, la pareja encomendó los trabajos a un arquitecto y un constructor locales para llevar a cabo los trabajos y Sue encontró todos los materiales, muebles y accesorios en Menorca. Aunque el comienzo de la pandemia al principio dejó el proyecto en suspenso, una vez se pudo retomar, la renovación finalizó en solo cuatro meses. No podían estar más satisfechos con el resultado; un apartamento limpio y moderno con una estética marítima y vistas al puerto, cuya ubicación está a solo un paso de tiendas, restaurantes y del centro urbano.