Descubre cómo una casa en el centro de Maó que había permanecido desocupada durante diez años y requería mucho trabajo, fue un amor a primera vista para esta pareja de entusiastas.

Elisabeth y Pierrick estaban buscando una segunda casa en algún lugar cercano al mar. Estaban barajando diversas opciones como Francia, Italia o España, pero fue Menorca la que ganó su corazón por su autenticidad y vida plácida.
La pareja tenía un proyecto: algo que tuviese personalidad, con un espacio exterior pero que todavía no hubiese sido reformado. En cuanto vieron la casa en el centro de Maó, de tres plantas, con su terraza superior y vistas sobre la ciudad, supieron que habían encontrado lo que estaban buscando.
Se había hecho muy poco en la propiedad desde que se construyó en sus inicios; además, había permanecido vacía durante diez años, habían aparecido humedades, las paredes y suelos se encontraban en un estado deplorable y las antiguas puertas de acceso se habían hinchado y casi no se podían ni abrir. En la parte positiva, se trataba sin duda de una joya llena de elementos originales, típicamente menorquines — vigas y marcos de ventanas de madera, azulejos antiguos y puertas interiores con cristales de colores — que estaban convencidos que había que conservar para de nuevo insuflarles vida.
Gracias a su experiencia con la decoración y renovación de interiores, la pareja tenía una visión clara de lo que quería: un espacio cálido y acogedor que potenciara las comodidades rústicas, pero también integrando lo moderno, para así obtener un equilibrio entre lo nuevo y lo antiguo.
Así que empezaron las obras. Tiraron algunas paredes para convertir pequeñas habitaciones en algunas más espaciosas, sustituyeron la fontanería y la electricidad y cambiaron de lugar la cocina y uno de los baños. Prosiguieron con la renovación de las habitaciones, añadieron otro baño, ampliaron la terraza del tejado y aislaron y pusieron tejas nuevas en el tejado.
Mientras que los albañiles se encargaron de las tareas estructurales, la pareja fue quien se encargó de quitar el antiguo papel de las paredes, las picaron y rascaron — la sorpresa fue mayúscula al descubrir pinturas originales en las paredes, que decidieron mantener — lijaron y pintaron la carpintería, escogieron una mezcla de muebles antiguos y modernos y mezclaron artesanía local con piezas atesoradas alrededor del mundo a lo largo de sus múltiples viajes.
Gracias a que conservaron las puertas interiores, baldosas, vigas, ventanas de madera y las paredes de marés visto, han conseguido conservar perfectamente un estilo auténticamente menorquín y, al mismo tiempo, adaptarlo a los tiempos actuales con una cocina y baños modernos, y con el plus de un toque internacional que le confieren unos muebles elegantes con accesorios escogidos con mucho esmero.
Una vez la renovación ha llegado a su fin, todo lo que queda es disfrutar cada rincón de la casa, cocinar en su espaciosa cocina, acurrucarse alrededor de la estufa de “pellets” en invierno y organizar cenas con amigos en sus dos terrazas de verano.
¿Te ha gustado la renovación de esta casa? ¿Te gustaría ser el próximo “Elisabeth y Pierrick”? Nos encanta formar parte de este tipo de proyectos. Si estás buscando una casa para reformar en Menorca o un lugar donde poder construir tu sueño menorquín, contáctanos. Estaremos encantados de aconsejarte y guiarte durante todo el proceso.